Creo que salir empalmado del agua del mar, es una de mis asignaturas pendientes. De las más inocentes sin duda.
Han sido muchas las tentativas a mi sosiego y retiro sensorial. Mientras contemplaba impasiblemente otros hombres cuyas dimensiones desafían a mi imaginación.
Fue la otra noche cuando la perversion fue al encuentro de mi (a)ventura. Sin la menor envergadura.
inspiró en mi el deseo más morboso
Fue entonces cuando su mordedura,
con instinto lánguido y moroso
llevó a seguirle sin atadura:
Joven, gay y beodo
salió del ambiente y no así del lodo,
dando tumbos por delante,
no detuvo ni un instante,
de un instante de-Tubo(s),
dejó desnudo apetecible el cuello,
morderse, caí sobre él, cayó el sello.
Contumaz lo abracé en la estación,
en ello su inconsciencia dejó la ocasión.
El culo gordo y abultado,
en el pantalón verde me ha regalado,
el fin a mi osadía,
gentil el probo y animado,
ha asentido a ser convidado,
a morder la almohada con valentía...
Sé que fue un acto de bondad, encontrarle borracho y difrutar de su desvanecimiento en la estación de San Telmo, invitandole a entrar hasta la cama, que de otra manera no hubiera accedido, sino mirado con altivez y resistencia desde otra acera como acostumbra, pero su decisión inequivoca más lúcida que en su vigilia colmó de alegrías beatas -caminando a gatas- y de júbilo las últimas horas de su madrugada. Sin duda fue un acto de amor, vestido de novia, con barba de tres dias, generosos labios sin agravios, hombros cuyas curvas en la nalga hacen, del torso, un generoso corso
salvaje.
Su mente borradora ha dilucidado el desconocimiento.
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